la pelota
La pelota le pegó en la cabeza. El niño se cayó. La cabeza pegó en el piso. Los niños lo rodearon como hormigas a una paleta. El, un poco tonto, vio los panties de algunas niñas. Sonrió. Luego murió risueño.
viernesmayodocedosmil
a veces fútbol, a veces publicidad, a veces textos o fotos o ideas o comentarios, depende... del feeling
La pelota le pegó en la cabeza. El niño se cayó. La cabeza pegó en el piso. Los niños lo rodearon como hormigas a una paleta. El, un poco tonto, vio los panties de algunas niñas. Sonrió. Luego murió risueño.
Anoche vi el behind the music de Milli Vanilli. Una historia conmovedora y triste del asesinato moderno. Los mataron con la misma arma que los habían salvado, la fama. Fueron queridos en todo el mundo con la misma intensidad que luego serían odiados.
Un día comí un pollo. Creo que frito. Mi papá estaba en la silla de enfrente. También comía. Algo muy desabrido por lo de la vesícula.
Cuando tu papá te inscribió en un colegio laico entre otras cosas era porque no quería inscribirte en un colegio de curas o monjas. Lo incongruente es que en los colegios laicos hay una clase de religión y en esa clase de religión lo que se da es la doctrina católica. Si la clase es de religión y el colegio es laico ¿no debería darse un poco de cada religión? los principios del budismo, los del islamismo, los del catolicismo, los del judaísmo y así sucesivamente. Pero claro, seguro que al partid.. eh perdón, la iglesia y su presid... eh, que diga, representante no le parece que va de acuerdo a las normas de la sociedad que ellos vienen controlando desde hace más de 500 años.
Nunca le había pasado aquello, ni le pasaría otra vez.
Cuando uno visita el velorio se llena de muertos. Las lágrimas son más dulces de lo que recordamos y las piernas más sexy. Besamos a la viuda pero a la hija la besamos y la abrazamos un poco más fuerte, a veces aprovechamos la estrechez de sitio para quemarla un poquito con el pene semierecto. Semi, porque nos da verguenza una erección completa y es que llenar del líquido de la vida el falo produce un remordimiento sucio, sobre todo cuando celebramos la muerte de un ser (no sabemos cuan querido). Decimos que sí muchas veces, a cualquier cosa. Urgamos en lo más recóndito de nuestras memorias, un gesto, una frase, un chiste, puede ser incluso hasta una pieza de ropa que el muerto llevara en vida, lo que sea que nos permita decir algo bueno del desdichado. A veces incluso decimos cosas malas de la vida, su trabajo, sus amigos, su familia o su pareja para justificar que era más valioso que su alrededor. Nunca el café está lo suficientemente bueno, pero es gratis. Todo el mundo se dice que está más flaco (ya sea por el color-el negro reduce-, o por decir algo bueno en un momento tan adverso). Llega un momento en que vemos el reloj aunque hayamos preguntado la hora hace cinco minutos. Luego, cuando nos vamos, nos despedimos le damos otro beso a la viuda, otra quemadita a la hija y vemos el muerto con la cara rígida y la mueca triste, mientras nos acercamos para echar un último vistaso (con un poco de morbo y un raro alivio) pensamos –qué mala suerte que se murió y que bueno que no fui yo.
Ese día sabía que iba a morir. Casi de inmediato pensó que podría burlar la muerte. Bastaba hacerlo todo al revés. Esquivar la muerte podía ser con una idea tan simple como esa, sólo que nunca antes nadie la había pensado. Como la carta robada de Poe que precisamente por evidente, impredecible. Así lo hizo. Se bajó de la cama con el pie izquierdo. Se afeitó con la otra mano. Se puso la camisa que no le gustaba con el pantalón que odiaba. Desayunó corn flakes sin la leche. No vio las noticias. No le dió la comida al gato. Salió por la puerta pero la de atrás. Bajó los 9 pisos pero por la escalera. No le chocó los cinco a Solín el portero. Esta vez dobló hacia la derecha. Caminó por el lado opuesto de la otra acera. Pisó las mierdas de perro. Cruzó la calle sin mirar a los lados. Lo aplastó una patana.
Boris se mató. De un golpe. Se tiró de un cuarto piso de un edificio muy feo. La sangre corrió por la calzada. Yo lo ví en el féretro con un saco gris. No creo que él hubiera elegido ese color. No se le veía el tatuaje de dragón en todo el brazo. Lo que si se veía era el dolor de su papá. Después fui al cementerio. Llegué temprano primero, pero tarde después. Su hermanita lloró mucho, más cuando me abrazó, Ivan, su hermanito también. Me hubiera gustado saber qué pensaría boris si hubiese sido yo el que se suicida. Digo, habíamos jugado con la idea, pero nada real, creía yo. Ahora tengo un hijo. Que no le pude enseñar. Es una pena que se tirara en junio, hubiera esperado a noviembre, a que saliera el último cd de u2 y su canción Beautiful Day. Con lo mucho que le gustaba. Pero eso es lo que pasa cuando usted se suicida, se pierde el último disco de u2 y la última oferta de wendy’s.
La bala le atravesó la cabeza, rebotó en la pared y se clavó en el peluche de Winnie de Pooh que estaba en la silla blanca de mimbre.
bush ganó.