a veces fútbol, a veces publicidad, a veces textos o fotos o ideas o comentarios, depende... del feeling

martes, noviembre 30, 2004

la pelota

La pelota le pegó en la cabeza. El niño se cayó. La cabeza pegó en el piso. Los niños lo rodearon como hormigas a una paleta. El, un poco tonto, vio los panties de algunas niñas. Sonrió. Luego murió risueño.


viernesmayodocedosmil

milli

Anoche vi el behind the music de Milli Vanilli. Una historia conmovedora y triste del asesinato moderno. Los mataron con la misma arma que los habían salvado, la fama. Fueron queridos en todo el mundo con la misma intensidad que luego serían odiados.
Alguien, un inglés o alemán los maquilló, los vistió y los profanó durante un par de años. Llevaban su mortaja a cuestas. Morían en cada sesión de fotos, en cada rueda de prensa. Les cayó todo el peso de los 10 millones de discos que vendieron y los grammy que ganaron. Rob se suicidó en un hotel. Fab se suicida todos los días de una forma más lenta. Con el anonimato, con el olvido. En algún lado impune aquel productor hace más canciones y también dinero. MTV aumentó su rating y pudo poner muchos anuncios en el programa del behind de music de milli vanilli. Algún ejecutivo ganó más dinero.

viernes, noviembre 19, 2004

Esa es la suerte.

Un día comí un pollo. Creo que frito. Mi papá estaba en la silla de enfrente. También comía. Algo muy desabrido por lo de la vesícula.
Yo había terminado el pollo. Sólo quedaba el huesito de la suerte sobre el plato blanco. Papi (el poeta) lo agarró por un extremo. Me ofreció el otro. Dijo que pidiera un deseo. Lo hice. Luego cada uno haló. La parte de la suerte quedó de mi lado. Mi deseo se cumpliría. Papi se sonrió. Como el siempre hablaba de que uno tenía que dominar la naturaleza del deseo, trabajar para lograr la indesideridad, como buda, entonces yo tenía gran curiosidad en saber qué deseo él pidió. Se supone que uno no debe decir el deseo que pidió para que se cumpla. Pero como yo había ganado, mi deseo se cumpliría y el de él no. Así que no importaba que me lo dijera. Le pregunté. ¿papi? ¿cuál fue tu deseo? Me dijo: Que se cumpliera el tuyo.

La gente dice que papi está muerto.
Yo creo que no.

la clase de religión en el colegio

Cuando tu papá te inscribió en un colegio laico entre otras cosas era porque no quería inscribirte en un colegio de curas o monjas. Lo incongruente es que en los colegios laicos hay una clase de religión y en esa clase de religión lo que se da es la doctrina católica. Si la clase es de religión y el colegio es laico ¿no debería darse un poco de cada religión? los principios del budismo, los del islamismo, los del catolicismo, los del judaísmo y así sucesivamente. Pero claro, seguro que al partid.. eh perdón, la iglesia y su presid... eh, que diga, representante no le parece que va de acuerdo a las normas de la sociedad que ellos vienen controlando desde hace más de 500 años.

lunes, noviembre 15, 2004

Ojo por ojo.

Nunca le había pasado aquello, ni le pasaría otra vez.
Caminó por la tarde de un domingo cansado por la acera sucia donde los mendigos escupen y las doñas estrenan tacos comprados en tiendas de la duarte. Venía un poco sonámbulo de problemas, deudas del banco y los interminables papelitos en la calle le recordaban los vouchers de la tarjeta y los recibos de la luz. Iba a comer un huevo sancochado que le ofreció la señora de los yanikekes cuando pateó por accidente, con sus zapatos negros, un ojo.
La esfera que rodó se detuvo mirándolo. Era un ojo de alquien, de un muerto pero parecía estar vivo. Se volteó a ver si había algun tuerto cerca. No lo encontró. Entonces se acercó, el ojo lo miraba más penetrante, culpándolo de alguna extraña manera, lo topó con la punta del zapato. El ojo no pestañó, no porque no quisiera sino porque no tenía pestañas. Lo volvió a tocar. No pasó nada. Entonces lo aplastó. Plosh. Salió como un líquido acuoso amarillento que se fue por la alcantarilla. En ese mismo momento el derramó una lágrima. Luego otra. Y otra. De repente le salían cataratas de los ojos. Era como si sus ojos lloraran la pérdida de un amigo íntimo. El, llorando, caminó. Pasó por delante de tiendas que decían 2x1. En una vitrina alcanzó a verse. Notó algo que lo preocupó, se acercó. Un negro que corría con una señora gorda detrás lo golpeó para pasar, luego la gorda le dió con un pedazo de su nalgota. El cayó torpemente sobre la vitrina. Los vidrios se le clavaron en todas partes con alebosía. Uno, premeditado, encontró el ojo derecho.
Y lo perdió.

BLANDINO.

Cuando uno visita el velorio se llena de muertos. Las lágrimas son más dulces de lo que recordamos y las piernas más sexy. Besamos a la viuda pero a la hija la besamos y la abrazamos un poco más fuerte, a veces aprovechamos la estrechez de sitio para quemarla un poquito con el pene semierecto. Semi, porque nos da verguenza una erección completa y es que llenar del líquido de la vida el falo produce un remordimiento sucio, sobre todo cuando celebramos la muerte de un ser (no sabemos cuan querido). Decimos que sí muchas veces, a cualquier cosa. Urgamos en lo más recóndito de nuestras memorias, un gesto, una frase, un chiste, puede ser incluso hasta una pieza de ropa que el muerto llevara en vida, lo que sea que nos permita decir algo bueno del desdichado. A veces incluso decimos cosas malas de la vida, su trabajo, sus amigos, su familia o su pareja para justificar que era más valioso que su alrededor. Nunca el café está lo suficientemente bueno, pero es gratis. Todo el mundo se dice que está más flaco (ya sea por el color-el negro reduce-, o por decir algo bueno en un momento tan adverso). Llega un momento en que vemos el reloj aunque hayamos preguntado la hora hace cinco minutos. Luego, cuando nos vamos, nos despedimos le damos otro beso a la viuda, otra quemadita a la hija y vemos el muerto con la cara rígida y la mueca triste, mientras nos acercamos para echar un último vistaso (con un poco de morbo y un raro alivio) pensamos –qué mala suerte que se murió y que bueno que no fui yo.

(diciembre veinticinco del nueve nueve)

Al revés.

Ese día sabía que iba a morir. Casi de inmediato pensó que podría burlar la muerte. Bastaba hacerlo todo al revés. Esquivar la muerte podía ser con una idea tan simple como esa, sólo que nunca antes nadie la había pensado. Como la carta robada de Poe que precisamente por evidente, impredecible. Así lo hizo. Se bajó de la cama con el pie izquierdo. Se afeitó con la otra mano. Se puso la camisa que no le gustaba con el pantalón que odiaba. Desayunó corn flakes sin la leche. No vio las noticias. No le dió la comida al gato. Salió por la puerta pero la de atrás. Bajó los 9 pisos pero por la escalera. No le chocó los cinco a Solín el portero. Esta vez dobló hacia la derecha. Caminó por el lado opuesto de la otra acera. Pisó las mierdas de perro. Cruzó la calle sin mirar a los lados. Lo aplastó una patana.

Entró por la misma puerta que todos,
al mismo sitio que van todos cuando mueren.

Boris

Boris se mató. De un golpe. Se tiró de un cuarto piso de un edificio muy feo. La sangre corrió por la calzada. Yo lo ví en el féretro con un saco gris. No creo que él hubiera elegido ese color. No se le veía el tatuaje de dragón en todo el brazo. Lo que si se veía era el dolor de su papá. Después fui al cementerio. Llegué temprano primero, pero tarde después. Su hermanita lloró mucho, más cuando me abrazó, Ivan, su hermanito también. Me hubiera gustado saber qué pensaría boris si hubiese sido yo el que se suicida. Digo, habíamos jugado con la idea, pero nada real, creía yo. Ahora tengo un hijo. Que no le pude enseñar. Es una pena que se tirara en junio, hubiera esperado a noviembre, a que saliera el último cd de u2 y su canción Beautiful Day. Con lo mucho que le gustaba. Pero eso es lo que pasa cuando usted se suicida, se pierde el último disco de u2 y la última oferta de wendy’s.



cincodefebrerrodosmiluno

Bang

La bala le atravesó la cabeza, rebotó en la pared y se clavó en el peluche de Winnie de Pooh que estaba en la silla blanca de mimbre.
Winnie reía a pesar de su agujero en el corazón y sus plumas por todas partes. Cuando su mamá llegó después de tanto trabajo lo encontró en la alfombra. Lloró. Le quitó la pistola de la manita. Se acordó de cuando, con su esposo, compraba el revólver depués de lo del robo para “proteger a los niños”. Lloró un largo rato y después lloró más. La trabajadora seguía viendo la novela.


21/10/00

qué te digo?

bush ganó.
aquí el dólar baja y nada más.
violan tanto.
ahora se sabe, se ha violado siempre.
pago 12,000 pesos de luz y no me quieren quitar el contador,
sólo tengo dos aires que se prenden por la noche.
ramoncito pidió un salmón en el weekend, yo comí salami.
soy serio y vivo alquilado, ramoncito lo robó todo y no tiene que dar un golpe.
ese salmón me lo cargó a mi tarjeta.
igual que las queridas de los militares corruptos.
y de los políticos que siempre roban, no importa el partido.
ser serio aquí es ser pendejo.
no dejes que te cojan de pendejo.
la clase media es pendeja.
porqué pagar impuestos?
im-puesto
¿no estamos cansados de que nos impongan?
me agoto.
me entristesco, pero mi beba se ríe tan amplia con sus casi dos años.